fredag, augusti 14, 2009

23 de lluvias
(1a parte)

Sí, el regalo ha llegado puntualmente como siempre. Realmente ha pasado mucho tiempo desde la última vez; sí, hace mucho tiempo no sabíamos de él. Era un joven bastante peculiar, tú sabes, de esos que pareciera que mira con odio, o con melancolía, muchas veces ambos; esos sentimientos tienden a mezclarse. Algún tiempo atrás, te estoy hablando de por lo menos dos o tres años los veíamos caminar juntos por Caudillos o paseándose en el tianguis de la cuadra de Aldamán. Extraño es el hecho de conocer a alguien por simple y mero destino, porque yo no creo en el destino como en un contrato prefirmado; las personas se ahorcan a ellas mismas en sus propios caminos: los reducen progresivamente según les dicta su desesperación y cuando se dan cuenta, si llegasen a tal punto, ya están ahogados. No, el destino para mí es el azar, sin determinismos de ninguna especie. Pero si les hubieras visto jurarías que el destino existe, o por lo menos existió mientras estuvieron juntos.
Las Alfombras de Hojas sobre las venas de agua en el sur de la ciudad son un lugar bastante frecuentado por los paseantes a lo largo de toda la temporada. Sombras y fenómenos se reúnen en pequeñas manadas negras y esperan su turno para navegar durante los segundos que dura el sol de cobre para hablar de palabras férreas o discutir la fenomenología de los sueños azules o deshojar ideas tristes transmutándolas en flores de hueso y dejar los pétalos óseos flotar suavemente en la corriente. Si bien el azar, o el destino, llámalo como quieras, no intervino directamente sí lo hizo por medio de un fallo de cálculos. Las sillas no eran suficientes en la barcaza y las sombras y los fenómenos nones y por lo tanto un desdichado sin su media naranja de treinta minutos: Errare humanum est. La Alfombra ahora llevaba sombras parejas y fenómenos parejas, un remero y un mirón sin compañía. El joven con odio o melancolía y la muchacha de los ojos de cedro compartieron espacios contiguos durante el recorrido. Ahora que me lo preguntas, no lo sé de cierto, hablar tanto tiempo de café en las mañanas, de caninos obedientes o de flores de no hueso supongo ha de tener su encanto, su hechizo o su brujería. Las sombras y los fenómenos no se hablan de asuntos tan íntimos a primer encontronazo, pues si todos se conocían entre ellos, el joven con odio o melancolía y la chica de los ojos de cedro jamás se habrían visto sino hasta entonces. Menuda situación, le llaman amor a primera vista, yo prefiero decirle empalmo de almas pues para llegar al amor es necesario atravesar la burocracia de los egos y en estos tiempos ya nadie presenta siquiera fichas de registro. Perdón, me salgo del tema. Cómo se entendieron tan bien es asunto de intelectuales, ¡y tan rápido! En la chica de los ojos de cedro latía un carácter de acero, no era ni como las sombras ni como los fenómenos, la gente del edificio concuerda en ello; desgarraba miradas o deshacía pensamientos, siempre altiva; yo pienso en ella más como la muerte: frívola pero dulce. Él, por otro lado, la adoptó como la cera caliente se extiende sobre el recipiente del cuál adquirirá su nueva forma, sin dudas ni remordimientos.

3 Comments:

Blogger elemea said...

sin comentarios...

12:01 em  
Blogger niño machete said...

no se kómo tomarlo, ¿un sin komentarios bueno o un sin-komentarios-no-chingues?

8:59 fm  
Blogger The Red Boots Girl said...

Un gusto volver a leer el blog.
Muy sútil y aguda forma de escribir; grandes, precisas y complejas descripciones... confieso que me gustan. Muchas partes del texto me gustaría comentar pero hay dos cosas que sobresalen y me parecen deliciosas al momento de leer, la primera "muchacha de los ojos de cedro" y la segunda "empalmo de almas", vaya forma de interpretar y describir; yo quiero ser una mujer de ojos de cedro je.

Saludos!

9:52 em  

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