tisdag, februari 20, 2007

nunca sabemos cuándo nos toca. eso de ser precavido y anticipar cada detalle no calculado, a mi parecer, ya caducó. ese intento por controlar el azar y determinar (¡ay de nosotros!) cada acción y conducta de nuestra parte me parece una pérdida de tiempo. tiempo valioso, por cierto.
toda esta palabrería es porque cuando me ocurrió lo que a continuación cuento, por poco logra que se me caigan los calzones. así, frente a todos...

pues pensaba yo en una gran orgía. no romana, no griega, mexicanita; carnes nacionales. imaginaba cuánto vino podríamos (los invitados) tomar, cuánta comida dispuesta estratégicamente aquí y allá por... seguramente alguién la colocó ahí; veo miles y miles de jofainas llenas de espíritus y embriagantes de licores varios. si ahora suena muy europea piénsese en la fuente marmórea y en sus variados curados: uno dispone y se pone.
tales imágenes recorría lo mejor posible en mi mente mientras fantaseaba con alguna u otra jovenaza, le decía alguna frase improvisada, uno que otro beso en el oído, otro en el cuello, y ella sujetándome entre su hombro y su cabez¡PRÓXIMA ESTACIÓN, CHABACANO!
¡Mierda! tanta pinche chaqueta mental para que todos los cabrones se metan, a huevo, en el vagón, ¡ya no cabez, ijo de tu puta madreee! salteeeee. yo intento plantarme y no dejar meterse a nadie más, mi espacio vital se volvió unidad habitacional. después cedo, son demasiados. pöööööö, justo se están cerrando las puertas cuando ella entra.
y ni pedo, cuando arrancó ni el aire se movió, cuajó todo el vagón en una especie de cemento humano más resistente por su densidad que por otra cosa. pero ella y su pareja entraron justo al final. ella justo en la puerta, yo a una persona de distancia: ella. repentinamente, entre las personas del vagón, las mesas con el vino y los curados regresaron. las jofainas rebosaban cerveza nuevamente, ¡sí, sí! todo regresó: la comida, la bebida, las mujeres, el pulque. todo era como antes y mejor. ella también estaba invitada. y así al calor del tunel, mi mano en un tubo y ella recargandose en ella todo comenzó. al sentir su seno entre mis dedos, por etiqueta, la desplacé cierta y razonable distancia para evitar un melodrama no deseado sobre acoso sexual. por lo menos sus senos: ¡ay wey! su nuca, esbelta y atrayente, una princesa.
para mi sorpresa, la educadísima distancia entre mi mano y ¡ay wey! dejó de existir. Para estos momentos, el interior del vagón es un cálido refugio mantenido por el calor humano ahí presente, mis fantasías ya combinan personajes de ambos mundos: de repente veo una virgen semidesnuda sirviendo vino junto a una señora con sus bolsas de mandado. la ecléctica bacanal deviene en simple y triste viaje en metro. para estas alturas ya palpé, ya ví, y sentí la consistencia de semejantes ¡ay wey! ella, por menos, cooperativa, no me ha visto, (porque no quiere), simplemente somos ella y yo en un tunel.
Pero nada es para siempre y cuando estamos por llegar a la siguiente estación, su pareja le grita: conchitaaaá, házteun lado. ándale, más tarda uno en decirlo que en reaccionar, la mente a veces no nos sigue el paso, tales eran mis viajes cuando el rió humano se llevó a mi "amiga" quien sabe dónde fregados, su pareja, un tira marrano en todo sentido, y mal encarado fue a parar al fondo del vagón gracias a una familia Burrón decidida justo ese día a dominguear en el metro, conchita, la policia, (sí, así es) por una especie de acción vomitiva salió expulsada junto conmigo y otros tantos cabrones y cabronas más como corcho en botella agitada.
seguía mi camino cuando pensé ¿por qué no? y que me regreso a morbosearla un poco más y seguir pensando lo que acupó mi cabeza después de la orgía: una chava tan buena y bonita ¿cómo demonios terminó de tira?, no lo sé pero esta es la crónica de cómo le agarré las tetas a una policía.